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“Necesito, requiero y merezco,” esto es equidad de género

Entrevista a Ginna Morelo*. Especialista en temas de género. Periodista, catedrática y escritora.

Por: Celso Solano
Fotografías: Cortesía Ginna Morelo y Celso Solano
Ilustración: Canva
Edición web: Pablo Rodrigo Cruz
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Construir y organizarse en una comunidad próspera, sostenible y en ambientes de paz requiere de un principio básico: La Igualdad. No obstante, que esta es un derecho importantísimo, la desigualdad marca diferencias de género y provoca estancamiento del progreso social.

Desde una amplia perspectiva con base en la información disponible, Guatemala afronta brechas de desigualdad de género relevantes. El diagnóstico La desigualdad social en Guatemala, de la Comisión Económica para América Latina -CEPAL- elaborado por la consultora Adriana M. Velásquez, dimensiona la desigualdad en cuatro direcciones.

La primera, los ingresos. Este análisis indica que gran parte de la población percibe ingresos bajos. En segunda instancia, evalúa los accesos a los servicios de Salud (sobre todo en materia de nutrición) y Educación (particularmente preescolar y educación media y superior), las cuales se conjugan en una tercera dirección, con la falta de acceso a tecnologías de información y comunicación (TICs). En cuarto lugar, se observan las brechas en las autonomías de las mujeres reflejadas en ámbitos de participación, pero también la falta de acceso a ingresos propios, en la excesiva carga de trabajo doméstico no remunerado y en el acceso insuficiente a servicios sexuales y reproductivos. (Lea el documento completo, La desigualdad social en Guatemala, Evolución y respuesta institucional aquí).

Un tema sensible

En esta nota compartimos una charla sostenida con la periodista y magister en Comunicación, Ginna Morelo, quien es especialista en la temática de género y desde su país, Colombia, realiza importantes aportes a la región para comprender la dimensión y alcance de este intrincado tema social*.

Morelo nos conduce de manera amigable y magistral a comprender y dimensionar la importancia de valorar la equidad de género como una temática sensible pero necesaria de analizar en nuestras comunidades y llevar por medio del diálogo a entendidos sociales.

1. ¿Por qué es importante a la hora de evaluar un proyecto, pensar en trabajar con una comunidad o grupo social poner sobre la mesa el tema de la equidad de género?

Es importante avanzar hacia unos niveles de comprensión y participación mucho más amplios en nuestra sociedad. Partir de la comprensión de las diferencias que existen entre unos y otros, así como de los derechos que tenemos tanto unos como otros, nos llevará a generar niveles de participación mucho más plurales, propositivos y positivos.

Estamos en un proceso de cambio muy interesante a nivel de sociedad, a nivel de ciudadanía; lo que antes considerábamos grupos minoritarios, hoy son grupos sociales con una representación notable y hermosa y nos está enseñando el valor y la importancia de sumar entre todos para construir un espacio mejor.

Comprender las diferencias y los derechos de cada uno nos llevará a un mayor nivel de participación, afirma la experta Ginna Morelo.

No es nada sencillo, por supuesto, cuando hablamos de equidad de género o perspectiva de género, necesariamente tenemos que hablar de las diferencias socioculturales y de todo lo que esa enorme diversidad implica. Comenzar por estudiarlo para acercarnos es un camino, pero luego de eso, yo estoy más que convencida, porque lo he visto en varios sectores, que lo que empieza a suceder es muy positivo para las ciudades, para las comunidades y espacios que habitamos.

También porque vivimos en un mundo maravillosamente diverso, plural, y cuando sumamos a todos en la construcción colectiva de algo, todas esas voces distintas realmente aportan a la paz.

Yo creo, sin duda alguna, que en la medida en que nosotros fortalezcamos todos esos espacios donde la diversidad participa activamente, donde todos nos sentimos parte en la construcción de espacios, vamos a lograr escenarios mucho más propositivos y productivos.

2. En términos generales ¿hablar de equidad de género es referirnos a las características que diferencian a las mujeres de los hombres?

No es así de simple. Hay muchas diferencias, por supuesto, y eso es lo que nos hace maravillosos. Al hablar de género, cuando entendemos que nos referimos no solo a temas femeninos, sino también a la interculturalidad, a la igualdad y la participación, en tanto diversidad, creo que comprender esas diferencias, por sí complejas, hace posible que podamos hacer una construcción mucho más igualitaria.

Se requiere también que hagamos un estudio detenido de lo que esto implica. Cuando buscamos la definición de género nos encontramos con ese conjunto de características sociales, culturales, políticas y económicas; es decir, se halla ahí toda una suerte de atributos asignados de forma diferenciada no solo en lo que tiene que ver con el sexo, y entendemos que es enorme el espectro por aprender. Pero ahí está el desafío y como sociedad estamos llamados a que todas estas perspectivas integren una construcción colectiva y en paz.

3. ¿Qué hace diferente a la igualdad de la equidad?

Si uno se circunscribe a las definiciones, empieza por entender que igualdad es esta suerte de equiparación de todos los ciudadanos en tanto derechos y obligaciones.

Cuando hablamos de equidad, enseguida nos remitimos a lo que tiene que ver con la justicia natural y social, como esa disposición de todos para darle a todos lo que requieren, necesitan y merecen.

Hay algunas similitudes en la palabra que tiene que ver con la equiparación, y me parece importante entenderlas, pero me parece mucho más interesante que podamos comprender que tanto la una como la otra, están interrelacionadas con el tema de los derechos y las obligaciones que tenemos como parte de una sociedad, un colectivo o una comunidad.

Entonces, comprender que todos tenemos los mismos derechos y que también tenemos deberes nos hace iguales, y comprender que en esta medida lo que cada uno requiere y merece nos permite acceder a esa equidad y nos hace entender que podemos vivir en un escenario de convivencia mucho más pacífica y constructiva.

La igualdad tiene que ver con los derechos y obligaciones de cada individuo. La equidad nos remite a la disposición de ofrecerle a cada uno lo que requiere, necesita y merece, explica la académica colombiana.

4. ¿Cómo podemos impulsar desde nuestras familias y comunidades un trato más equitativo?

Desde lo familiar, yo creo que comienza inicialmente con el asunto de conocer derechos y deberes. Luego, pasaría por la propuesta de un diálogo que se debe desarrollar desde una comunicación participativa y activa. Debemos insistir en la escucha activa porque decimos que escuchamos, pero escuchar activamente es distinto a solo oír, sino comprender, dar espacios, ayudar a participar y también esperar esa participación.

Los comunicadores y periodistas podemos hacer un trabajo bello para generar un tejido y una red, no solamente en lo social, en el barrio, sino dentro de los hogares.

Todos los canales de intermediación que puedan ayudar a ello, como la escuela, los medios de comunicación y los procesos comunicativos pueden fortalecer ese tejido. Empezar a comprender todas esas diferencias para trabajar e intentar acercarnos a un escenario de equipo.

5. ¿Qué papel juegan las autoridades locales o nacionales en este contexto?

Debemos entender que la sociedad la integramos todos y tenemos responsabilidades diversas en tanto los roles que jugamos. El rol de las autoridades, del Estado, de quienes tienen una representación que nosotros les hemos otorgado es para que desde los escenarios públicos construyan. Esto, por supuesto, debe ser vinculante. No podemos aislarnos y pretender hacer o proponer cambios que se hagan en soledad o en solitario, sino que debemos trabajar en conjunto y los estados deben promoverlo.

Hoy día tenemos mayores intereses de distintos sectores en participar en la construcción de lo que somos como Estado, y lo que hay que tender son los puentes adecuados y posibles para que estos roles desde la gobernanza interactúen con los roles de la familia, de la comunicación y de la escuela, y logremos en el marco de género, espacios de igualdad y de respeto.

6. Como estudiosa del tema ¿cómo ve la evolución de la equidad de género en nuestra región?

Claramente tenemos unos espacios de desigualdad que debemos combatir fuertemente y empezamos solamente por los temas étnicos. Comprendemos que en muchos de nuestros sectores no hay un nivel de comprensión y de respeto por las etnias y por el lugar que no han ganado, sino que ocupan desde siempre y que intentan hacer respetar.

Cuando hablamos de temas como el acceso a la Educación, en muchos de nuestros países, por solo mencionar el caso de Colombia encontramos unos enormes desequilibrios, porque es un escenario económicamente desigual para unos y para otros. El porcentaje alto de posibilidades de estudiar estaría ligado a un tema privado y eso de por sí saca a un porcentaje altísimo de la población que se encuentra en situación de pobreza. Pero ya cuando nos remitimos a otros temas como la participación de la mujer, seguimos viendo que hemos entendido la importancia de la representación, pero solo numérica. Cuando hablamos de una participación y de una lucha que merece ser escuchada en todos los niveles, todavía hay batallas que librar.

Los temas de niñez y adolescencia también están huérfanos de una igualdad y una equidad.

Los costos de la formación privada representan un enorme desequilibrio en el acceso a la educación para mucha población de Latinoamérica, señala Morelo.

Entonces, género comprende todas estas categorías y que, insisto, requieren que podamos estudiar para comprender que todas ellas existen y deben coexistir.

De esa manera vamos a poder generar espacios mucho más igualitarios en nuestra América Latina. Todavía estamos lejos, pero lo bonito es que lo estamos intentando, y que cada vez más hay sectores, organizaciones sociales de base y espacios en los escenarios de toma de decisiones mucho más conscientes de que podamos hacer esto mucho más participativo e igualitario en el presente y futuro.

7. Y ¿cómo percibe la situación de Guatemala?

He tenido la fortuna de conocer Guatemala y de estar en el país en distintos momentos. Observo en Guatemala, como en otros lugares de América Latina en donde la población indígena es mayoritariamente clave, cómo escenarios de desigualdad y de clasismo se instalan en detrimento de las comunidades originarias. Pero al mismo tiempo también contemplo con alegría y esperanza el surgimiento de más organizaciones sociales o el fortalecimiento de las existentes desde los jóvenes, para lograr que estos espacios sean más abiertos e igualitarios para nuestros pueblos.

Hay que seguir en la lucha con este tipo de trabajo para poder cerrar estas brechas tan amplias, que causan tanto daño y lastiman a tantas personas de unos y otros grupos sociales y culturales.

Derecho fundamental

La Organización de las Naciones Unidas -ONU- considera que, sin importar el lugar donde vivamos, la igualdad de género es un derecho humano fundamental y, por tanto, promoverla resulta esencial en todos los aspectos de una sociedad sana.

Se impulsa la igualdad cuando se reduce la pobreza, se promueve la salud de las comunidades, se impulsa la educación y se promueve la protección y el bienestar de las niñas y los niños.

Las mujeres y las niñas representan la mitad de la población mundial y también, por tanto, la mitad de su potencial. Señala la ONU, además, que a medida que las niñas entran en la adolescencia, las disparidades entre los géneros se incrementan. Resalta, también, que la desigualdad puede llegar a una niña desde su nacimiento y perseguirla durante su vida completa.

El ritmo de la desigualdad alcanza a las mujeres a veces de manera visible, como cuando le pagan menos que a un hombre por realizar tareas iguales, pero también, señala la ONU: “con obstáculos a menudo invisibles para la igualdad de oportunidades”. (Lea el documento, Igualdad de género: por qué es importante aquí).


(*) Ginna Morelo es periodista y magíster en Comunicación. Ha escrito en diversos medios impresos y digitales en Colombia, de donde es originaria; además, es catedrática universitaria. Editora y autora de los libros Tierra de sangre, memoria de las víctimas, y Córdoba, una tierra que suena. En 2018 ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (Colombia).